Introducción
Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Mundial para la Salud Mental (MFMH) con un objetivo claro: visibilizar la importancia del bienestar psicológico, fomentar el acceso a la atención y reducir el estigma que aún rodea a los problemas de salud mental.
Este año, la campaña global pone el foco en la necesidad de cuidar la salud mental en todas las etapas de la vida y garantizar un acceso justo y humano a los servicios psicológicos y psiquiátricos. En España, la confederación de Salud Mental España ha elegido el lema ‘Compartimos vulnerabilidad. Defendamos nuestra salud mental’, recordándonos que la salud mental no es un asunto individual, sino un compromiso colectivo.
Porque hablar de salud mental no empieza el 10 de octubre: empieza cada día, en cómo nos hablamos, cómo descansamos y cómo nos permitimos sentir sin miedo ni culpa
Y es que cada persona, en algún momento, ha experimentado estrés, ansiedad, tristeza, desmotivación o soledad. Y esto no es debilidad: es una señal de que necesitamos escucharnos y cuidar de nuestro equilibrio emocional.
En este artículo queremos conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental para volver a lo esencial: qué entendemos realmente por salud mental, de qué depende, qué factores influyen y qué podemos hacer para protegerla.
Salud mental no es igual a ausencia de enfermedad
Cuando hablamos de salud mental, hablamos de algo más amplio que ‘no tener un trastorno’: es tu capacidad de funcionar, regular lo que sientes, pensar con suficiente claridad para decidir y vincularte de forma que te sostenga. Es dinámica: sube y baja según el momento vital, el contexto y los recursos disponibles.
- Puedes estar mal sin diagnóstico y merecer apoyo.
- Puedes tener un diagnóstico y aun así llevar una vida con sentido si cuentas con tratamiento, hábitos protectores y red.
Qué entendemos por salud mental
Un perfil sano no es ‘estar bien siempre’, sino poder:
- Reconocer y nombrar emociones (alegría, miedo, rabia, culpa, vergüenza) y modularlas para que no te arrastren.
- Tomar decisiones suficientes (aunque no ideales) y aprender de los tropiezos sin hundirte.
- Mantener vínculos que aporten (no solo ‘tener gente alrededor’).
- Sostener rutinas básicas (sueño, comida, movimiento) y ajustarlas cuando la vida aprieta.
- Conservar dirección (valores/propósitos) como brújula en días nublados.

Factores que influyen en tu salud mental
Piensa en tu salud como un ecosistema: lo biológico, lo psicológico y lo social están conectados. Mover una pieza puede afectar a las demás. La clave no está en controlarlo todo, sino en encontrar palancas realistas.
Factor biológico: el terreno del cuerpo
Incluye: sueño, ritmos circadianos, dolor, condiciones médicas (tiroides, anemia, diabetes, migraña…), ciclo hormonal, microbiota y nutrición, consumo de sustancias, fármacos.
Señales de que lo biológico está afectando a tu estado de ánimo:
1. Estás excesivamente sensible después de varios días malos.
2. Cambios de humor que no coinciden con picos de dolor.
3. Fatiga y niebla mental sin cambios claros en tu vida.
Factor psicológico: cómo interpretas y regulas lo que te pasa
Qué incluye: regulación emocional, estilo de pensamiento (catastrofismo, todo o nada, rumiación), hábitos mentales, historias de aprendizaje/trauma, perfeccionismo, autocompasión, sentido de propósito.
Señales de que lo psicológico está pesando más:
1) El cuerpo está bien (duermes, comes, sin dolor fuerte), pero la mente no para.
2) Cambios rápidos según cómo interpretas un evento, más que por el evento en sí.
3) Te notas ‘secuestrado/a’ por todo o nada o por un miedo desconocido.
Factor social: el contexto que te sostiene
Incluye a la calidad de tus vínculos, clima laboral, seguridad económica y vivienda, discriminación o violencia, etapa vital y comunidad.
Señales de carga social:
1. Te sientes en alerta incluso en casa o en el trabajo.
2. Te cuesta pedir ayuda y acabas sobrecargado/a.
3. Notas que tras ver cierta persona quedas drenado/a de forma consistente.
Procesos ‘palanca’ para cuidar de tu salud mental
REGULACIÓN EMOCIONAL
Identificar (poner nombre ya regula), permitir (sin inundarte) y modular (respirar 4-6, moverte, escribir)
AFRONTAMIENTO
Afrontar orientándote hacia el problema (cuando hay acciones concretas como pedir cita o llamar a alguien) o bien hacia la emoción cuando no hay acción posible ahora (duelo, espera médica).
COGNICIÓN
Detecta sesgos o preguntarte ‘¿Qué evidencias tengo de que esto sea (o no) cierto?’, no es ‘pensar positivo’, es pensar útil.
VÍNCULOS
No se trata de cantidad, es calidad y ajuste: algunas personas escuchan; otras ayudan a planificar; otras alegran el día. Pide lo que necesitas (escucha/ideas/acción).
HÁBITOS
Sueño regular, comidas a horas parecidas, movimiento durante al menos 15 minutos, luz natural… Lo pequeño, repetido, desactiva la alarma del sistema nervioso.

¿Cuándo pedir ayuda?
Si notas:
- Dificultad para funcionar en tu estudio, trabajo u otras obligaciones.
- Cambios marcados en el sueño/apetito.
- Ánimo bajo, anhedonia o ansiedad intensa que no cede.
- Aislamiento progresivo, irritabilidad que rompe relaciones.
Conclusión
Cuidar tu salud mental no significa no sufrir, sino aprender a regular, mover palancas que sí dependen de ti y apoyarte cuando toca. El marco psicológico te ofrece un mapa: factores que influyen, procesos y recursos disponibles. Con pasos pequeños y constantes, ese mapa se vuelve camino: más habitable, con más sentido y a tu ritmo.

Bibliografía
- Engel, G. L. (1977). The need for a new medical model: A challenge for biomedicine. Science, 196(4286), 129–136.
- Keyes, C. L. M. (2002). The mental health continuum. Journal of Health and Social Behavior, 43(2), 207–222.
- Gross, J. J. (2015). Emotion regulation: Current status and future prospects. Psychological Inquiry, 26(1), 1–26.
- Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA. (2025). Compartimos vulnerabilidad. Defendamos nuestra salud mental.
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